Era una de esas tardes lluviosas en el ciudad de México, con el cielo gris oscuro (combinación de la nubes cargadas de agua y cubiertas de CO2), en las que viajaba por el muy lento metro de la ciudad a causa de la vías mojadas de la Ruta 2: Taxqueña-Cuatro Caminos. Traía un libro entre las manos (Notas de un anatomista), se desocupó uno de los asientos, me senté sin dejar de leer y el hombre de al lado me preguntó. Está bueno su libro, Muy bueno, tiene unos ensayitos bastante interesantes, Te gusta mucho leer, Mucho, es mejor que sólo ir viendo nada, Es bueno que leas. Tenía unos 55 ó 60 años, un sobrero sobre su ralo y canoso cabello, un bigote largo pero escueto y medio regordete. Te obsequio mi libro, Es suyo porque lo tiene o porque usted lo escribió, Es mío porque yo lo escribí y yo lo tengo, se que lo leerás y a ver qué te parece. Puse mis Notas de un anatomista sobre mi piernas y a mis manos un nuevo libro llegó.
Tenía razón, en verdad que disfruté mucho sus cuentos, su ingenio. Óscar Cossío reunió parte de su vida y me la regaló envuelta en este libro.
No tuve remedio, no podía dejarlo a él sin leer, las Notas de un anatomista pasaron a sus manos.
Gracias Óscar.
Calificación: 8.5
Saturday, February 25, 2012
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